Foto: © elcolombiano.com
Luz Elena Vega / Estos son algunos de los militares emboscados por las disidencias de las F.A.R.C. en el departamento del Guaviare, el mismo que fue escenario de la famosa operación Jaque en la que fueron rescatados 15 secuestrados, entre los cuales estaban 3 americanos y la política Ingrid Betancourt. Desafortunadamente, ya han muerto 27 militares y policías tras el anuncio del plan pistola declarado por el Clan del Golfo en abril de 2025, pero esta acción no es exclusiva de este grupo ilegal, sino que también es ejecutada por las guerrillas.
El Clan del golfo o Gaitanistas es un grupo criminal dedicado al narcotráfico y a la extorsión que surgió de residuales del movimiento paramilitar en Colombia con Vicente Castaño (asesinado 2007) y después liderado por Daniel Rendón, alias Don Mario (capturado en 2009), sucesivamente han sido reemplazados los jefes. Estos delincuentes escoltan los cargamentos de substancias psicoactivas, pero también se dedican a economías ilegales como la extracción del oro en lugares no autorizados.
El presidente Gustavo Petro en su afán por implementar la llamada “Paz total” ha dejado sin inteligencia militar (tecnología y autonomía a las fuerzas militares), ha cercenado el espíritu combativo y de honor de las mismas, ya que desde que comenzó su Gobierno les quitó facultades, despidió oficiales expertos en inteligencia militar y acabó con el presupuesto destinado a la tecnología necesaria. En estos momentos la policía y el ejército en mayor medida están prácticamente a ciegas en las persecuciones que se realizan, sobre todo en la región del Catatumbo, Norte de Santander, frontera con Venezuela en donde operan la guerrilla del E.L.N. y el frente 33 de las disidencias de las F.A.R.C., que están en disputa por el territorio, lo que ha ocasionado el desplazamiento de más de 80.000 personas desde finales de enero de este año, irónicamente algunos de los desplazados eran cultivadores de la hoja de coca al servicio del E.L.N.
El plan pistola es una emulación de los asesinatos promovidos por Pablo Escobar a finales de los años 90 cuando murieron más de 2.000 policías, se ha hecho esta relación ya que se ha establecido que los asesinatos son llevados a cabo por sicarios. Pero nuestras fuerzas militares y de policía siempre han sido objetivo de la lucha armada de las guerrillas y los grupos criminales que hoy están diseminados por el territorio nacional. Todo por el control de territorios y las rutas que son utilizadas para sacar del país el producto estupefaciente. Erróneamente, Petro ha endilgado exclusivamente el asesinato de estos policías y militares al grupo delincuencial Clan del Golfo, pero no vincula a las guerrillas, en este y en otros aspectos es fácil deducir que sigue demostrando su afinidad con lo que antes fue; un guerrillero, o que su deseo impetuoso de promover una “paz total” es a costa de todo.
El pueblo colombiano tiene una memoria corta y, por lo general, la juventud no investiga o indaga en la historia. Lastimosamente, la información es fruto de la inmediatez, las redes sociales que son las más usadas por los jóvenes se mueven en un continuo presente, algunas generaciones han perdido el conocimiento de la historia porque la clase en cuestión fue eliminada del currículo escolar durante 23 años, pero hoy hay intentos de reescribir la historia al gusto de propósitos gobiernistas.
En los últimos cien años de historia de Colombia siempre aparece el conflicto armado que inicialmente nació por razones políticas, incluyendo la llamada época de la violencia (1946-1966). A comienzos de los años 70, surgió el Movimiento 19 de abril (M-19) a raíz de las irregularidades en las elecciones de entonces, fue de las menos peligrosas, las personas entendían que esta guerrilla realizaba acciones “románticas”, algo así como lo que pretendía el personaje literario de Robin Hood, porque robaba a empresas y le daba a los pobres. Sus integrantes habían robado la espada de Bolívar (un símbolo que utiliza Petro), pero después fueron más audaces e hicieron la toma de la Embajada de República Dominicana (1980) y realizaron la toma del Palacio de Justicia (1985) con la muerte trágica de 94 personas entre magistrados, empleados y guerrilleros, finalmente, se desmovilizaron e hicieron un acuerdo de paz (marzo de 1990) con el Gobierno de Virgilio Barco.
Posteriormente, con la entrada del narcotráfico, las guerrillas que estaban vigentes pudieron incorporar cifras astronómicas para sostener su dominación. En el Gobierno de Álvaro Uribe (2002-2010) fueron diezmados ambos grupos; E.L.N. y F.A.R.C., ya que su prioridad fue la seguridad de los colombianos, pero infortunadamente se dieron los casos de los falsos positivos (muertes de jóvenes que no eran guerrilleros). Durante el Gobierno de Juan Manuel Santos (2010-2018), también hubo atentados contra policías y militares, aunque se realizó un acuerdo de paz con las F.A.R.C. sin una unidad de la guerrilla ya que, posteriormente, retomaron sus acciones con las disidencias, ahora están en el congreso y en el senado por cuenta de dicho acuerdo. En el Gobierno de Iván Duque (2018-2022) las fuerzas militares realizaron un buen desempeño, pero se criticó la poca gestión en el cumplimiento de los acuerdos de paz con la guerrilla. Gustavo Petro desde agosto de 2022 entró con todos los recursos legislativos para quitar las funciones a los militares y cumplir a raja tabla su deseo de “Paz total”, pero ha sacrificado la seguridad de los colombianos, ha premiado a los manifestantes del estallido social ocurrido entre 2019 y 2021 que provocaron el caos y el asesinato de varios policías, dándoles dinero y convirtiéndolos en “gestores de paz”.
No han sido pocos los intentos por acabar la violencia en Colombia, durante décadas varios Gobiernos han procurado establecer diálogos para hacer la paz con el E.L.N., sin embargo, este grupo siempre defrauda, muestra el poco interés en desmovilizarse, rompe el cese al fuego, se burla del esfuerzo realizado por los Gobiernos de turno con sus acciones y toma cada vez más fuerza, es así que ha provocado el desplazamiento antes mencionado en el Catatumbo en su lucha con las disidencias de las F.A.R.C. para tener el control absoluto en esta ruta que está, al parecer, muy ligada a Venezuela y su dictadura.
Mientras tanto, los colombianos sufren el aumento del fenómeno del secuestro, de los desplazamientos forzados, de las mutilaciones de los grupos familiares, del aumento del narcotráfico, de la deshonra de las fuerzas militares, de las desapariciones de personas, de los reclutamientos de niños para las filas guerrilleras y de tantos otros problemas que se desencadenan a través del pobre manejo de la seguridad.
¿Cuántas muertes puede soportar una sociedad?,
¿Hasta qué punto podemos ser resilientes?
¿Cómo se pierde la sensibilidad después de tanta violencia?,
¿Cuándo se vuelve paisaje la muerte?
Comparto un poema que escribí hace algunos años y que representa la realidad cíclica de la violencia en nuestro país que desafortunadamente no acaba. / Fuente: micuentoescontar.site
¡ANGUSTIA!
Angustia se apoderó de mí una tarde, una noche,
un día que caí presa de la realidad de este país.
Angustia sufro cuando ellos luchan, mis
compatriotas del mismo pueblo en el que nací.
Sus vidas se apagan por el resentimiento
avivado sobre espinas.
Angustia siento cuando secuestran,
a las montañas se llevan cautivas las pobres almas
como prisioneros, como reos juzgados sin justa causa.
Angustia siento cuando maltratan,
no son de papel los seres que caen en la hondonada
y de allí se levantan sin más escudo que su esperanza.
Angustia sufro cuando ellos matan,
me pregunto cuándo perdieron sensibilidad y calma.
¿Dónde quedó su bondad, su compasión, su tolerancia?
Angustia siento cuando ellos caen,
mojando la tierra con su sangre sacrificada
ahogando al viento con sus quejidos mudos.
Angustia sufro cuando los veo,
sus desorbitados ojos no encuentran causa,
un sólo desconcierto marca sus frías miradas.
Angustia se apoderó de mí, ya no me deja
ni en el campo, ni en la ciudad ni en mi dormir.
Como si ella reclamara mi impávida quietud.
Hasta cuándo colombianos sufrir este yugo de político nacimiento,
de violencia rebuscada en eterno resentimiento,
de recuerdos plañideros heredados de otras castas.
Hasta cuando prolongar otrora venganza,
de tantos muertos contados por centenas,
de azules y rojos discernimientos atrapados a través del tiempo.
Hasta cuándo nuestras madres,
nuestros hijos inundando con torrentes de lágrimas
el futuro de los suyos que quedó frustrado por un fusil.
Hasta cuándo desiertos verdes sin producir maíz
y estómagos vacíos deambulando en el cemento,
pidiendo limosna, reclamando su país.
Hasta cuándo corruptos mandatarios,
usurpando ideales maquillados y exigiendo reverencias
sobre indignos actos, sobre supuestas y falsas indulgencias.
Hasta cuándo, hasta cuándo mi país.
Luz Elena Vega
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