Dichosa envidia que tanto mal provoca, en la que nos suele hacer pensar en la suerte de los demás en vez de en su esfuerzo.
Los ojos del envidioso siempre están puestos afuera: en las alegrías, los logros o los talentos de otro. En lugar de mirar en su interior y apreciar lo que es o lo que tiene, se compara, por ejemplo, con su mejor amigo o con una compañera de trabajo, y siempre sale perdiendo.
La envidia puede ir desde una ironía, pasando por chismes que el envidioso esparce para desprestigiar al envidiado, hasta algo gravísimo.
Curioso deporte nacional, la envidia.
Buen día amigas/os, ya estamos en marcha por nuestros sueños.
Ismael Dorado / Psicólogo

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