
El problema es que no nos damos cuenta de cuánto espacio ocupan hasta que ya es tarde, hasta que nos encontramos saturados, desbordados, llenos de ruido emocional y con la energía al límite. Estas personas, por más duro que suene, funcionan como una red wifi cuando se conecta demasiada gente: empezamos a ir lentos, a fallar, a no rendir. Y no porque no tengamos recursos, sino porque se nos van en sostener vínculos que solo chupan señal y nunca aportan.
Son los famosos vampiros emocionales, los que exigen, los que piden, los que reclaman… pero rara vez devuelven algo. Nos hacen sentir en deuda constante, como si tuviéramos una responsabilidad emocional con ellos que no acabamos nunca de saldar. Y lo que es peor: terminamos creyéndolo. Y así, poco a poco, vamos pagando un precio alto: cansancio crónico, mal humor, culpa, sensación de vacío… Energías negativas que se nos van acumulando, como polvo debajo de la alfombra, hasta que el cuerpo y la mente nos gritan lo que no queremos escuchar: "esto no te hace bien".
Entonces, ¿por qué no soltamos? ¿Por qué nos cuesta tanto desconectar?, porque confundimos lealtad con aguante, empatía con sacrificio, y vínculo con obligación. Pero no es así. El afecto verdadero no te apaga ni te resta, te impulsa, te da oxígeno, te sostiene.
Es hora de hacer una limpieza emocional, de revisar con honestidad quién está en tu vida solo por inercia, por chantaje afectivo o por miedo al cambio. No se trata de eliminar a todo el mundo que nos cause conflicto, sino de entender que hay conexiones que ya cumplieron su ciclo, y que está bien dejarlas ir.
Porque a veces, el mayor acto de amor propio no es sumar más personas a tu vida, sino saber a tiempo a quién es necesario desconectar.
0 Comentarios
Gracias por dejar su comentario en Planeta Latino Baleares. No dude en dirigirse a nuestro equipo de redacción para cualquier sugerencia u observación. Comentarios ofensivos serán borrados y el usuario bloqueado. Planeta Latino Baleares no se hace responsable de los comentarios publicados por los lectores.