Mac MacCarra / En el reino de la política, existe una especie fascinante que desafía todas las leyes de la lógica y la física: los políticos. Ellos son como magos, pero en lugar de sacar conejos de un sombrero, sacan promesas de su sombrero vacío. Y, en lugar de desaparecen objetos, desaparecen fondos públicos y… ¡la confianza de la gente!
El Arte de Prometer lo Imposible
Un político es un ser que se levanta cada mañana con una misión clara: hacer promesas imposibles que los demás no tienen ni idea de cómo van a cumplir, pero todos creen que tal vez, solo tal vez, esta vez sí. Por ejemplo, ¿quién no ha oído a un político decir que “en 100 días, el desempleo será historia”? Es una especie de magia matemática: si uno dice que va a crear un millón de empleos en tres meses, a lo mejor alguien cree que basta con añadir el prefijo “macro” a la palabra "empleo" y ¡puf!, problema resuelto.
Los Discursos: El Show de la Palabra
Cuando un político habla, lo hace como si estuviera participando en un concurso de oratoria, solo que con un toque de comedia involuntaria. Los discursos políticos son como una versión épica de la obra de Shakespeare, pero con un guion escrito por un comité de marketing: muchos rodeos, muchas palabras, y al final, poco contenido. "Vamos a crear un futuro mejor, juntos, unidos por la justicia social y el bienestar económico que garantice la equidad… bla, bla, bla". ¿Y qué es lo que entiendes después de escuchar todo eso? Nada. Pero te sientes optimista, ¿verdad? Al menos por 15 segundos.
El Proceso Electoral: El Juego de las Promesas
Las elecciones son como un gigantesco parque de diversiones para políticos. Durante la campaña, todos parecen tener la solución para todos los problemas del mundo: "Voy a acabar con la corrupción", "Voy a reducir los impuestos" y, por supuesto, "Voy a construir un tren rápido que cruce el desierto sin hacer escala". Pero el verdadero arte de un político está en saber vender esas promesas de forma tan convincente que hasta el candidato mismo empieza a creer que, en efecto, las podrá cumplir. Eso sí, es probable que una vez ganen, el tren rápido se convierta en un "proyecto a largo plazo" y la corrupción se reduzca, pero solo en los papeles.
La Increíble Habilidad de Hacerlo Todo "Por el Bien Común"
Una de las frases más características de cualquier político es: "Lo hago por el bien común". Esta declaración se puede aplicar a absolutamente cualquier situación. Si un político sube los impuestos, es por el bien común. Si recorta el gasto en salud, es por el bien común. Si construye una autopista a través del único bosque protegido del país, es por el bien común. Incluso si decide tomarse un mes de vacaciones en las Maldivas (y a costa del erario), pues, claro, es por el bien común, porque “el descanso del líder es esencial para el futuro del país”.
El Misterio de la Transparencia
Ah, la transparencia… esa maravillosa palabra que todo político adora mencionar, pero que rara vez entiende. Los políticos son los magos del "yo no sé qué pasó con el dinero, pero si quieres verlo, está en mi cuenta bancaria privada". Si por casualidad se filtra un escándalo, simplemente se invoca el hechizo clásico: “Lo que pasa es que hay una campaña de difamación en mi contra, y los datos son inexactos”. Y listo, la rueda sigue girando, con todos nosotros tratando de entender cómo pueden ser tan… transparentes, en realidad.
El Poder del Olvido Selectivo
Otra habilidad impresionante de los políticos es el olvido selectivo. Si hace un año un político prometió bajar el IVA a la mitad, pero ahora resulta que se lo subieron más de lo prometido, no te preocupes. Ellos lo olvidan rápidamente, y tú, como ciudadano, también deberías hacerlo. Y si alguien les recuerda sus promesas incumplidas, simplemente responderán con una sonrisa: "Eso fue antes, ahora estamos concentrados en lo que realmente importa". ¡Y como por arte de magia, todo el mundo olvida lo que ocurrió antes de la última rueda de prensa!
Los políticos son seres especiales, capaces de mover montañas… de promesas. Son expertos en el arte de vender aire, de hacer que los ciudadanos se sientan parte de una gran familia, mientras ellos hacen malabares con los presupuestos. ¿Cómo lo hacen? Eso es un misterio, pero lo que está claro es que si alguna vez inventan una escuela de magia para aprender a prometer lo imposible, probablemente serían los primeros en graduarse.
Así que la próxima vez que un político te hable, recuerda: no es un discurso, ¡es un show!
Autor: Mac McCarra
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