LA ADUANA
Jos茅 Mar铆a Rodr铆guez Montero
La cosa est谩 que arde. Los comedores sociales que atienden a los m谩s necesitados se llenan por momentos en Palma, y no hay qui茅n lo pare. No dan m谩s de s铆. A pesar de que el Instituto Mallorqu铆n de Asuntos Sociales (IMAS) incorpor贸 recientemente cuatro nuevos centros con una capacidad para 250 plazas, que se sumaron al de la calle Patronato Obrero -para otras 50 personas en riesgo de exclusi贸n social- las alarmas se han disparado.
Basta darse una vuelta por cualquiera de los lugares de ayuda, desde el citado, pasando por Ca l'Ardiaca, Sa Placeta, o centro Turmeda, y acabando en Casa de Familia, para darse cuenta de la situaci贸n. Las familias atraviesan sus puertas derivadas desde los Servicios Sociales de turno, mientras otras se quedan plantadas en ellas porque han olvidado alg煤n mero tr谩mite burocr谩tico que no entiende de est贸magos vac铆os.
Seg煤n el presidente del IMAS, Jaume Garau, y el regidor de Bienestar Social del consistorio palmesano, Eberhard Grosske, los espa帽oles son los que m谩s acuden a por su raci贸n diaria, seguidos muy de cerca por nigerianos y marroqu铆es. El 54 por ciento de ellos tiene menos de 40 a帽os de edad. Pat茅tico y revelador.
Mientras tanto sigue en Baleares el 茅xodo a sus pa铆ses de origen de los inmigrantes extracomunitarios que se han acogido al Plan de Abono anticipado de Prestaci贸n a Extranjeros (APRE), o al Programa de Retorno Voluntario, ambos gestionados por el INEM y por Cruz Roja. Desde el pasado a帽o hasta el primer semestre de 茅ste, un total de 637 personas acuciadas por la crisis decidieron marcharse. Haciendo el c谩lculo es de recibo afirmar que de esta manera al acabar 2010 la cifra casi habr谩 alcanzado el millar. La mayor铆a de los que regresaron eran latinoamericanos, principalmente argentinos y bolivianos. Conviene no olvidar que en su momento engrosaron las arcas de la Seguridad Social, sirviendo sus cotizaciones para pagar las pensiones.
Estas islas, en donde uno de cada tres nacidos lo fue de madre extranjera en 2009, son fiel reflejo de la angustiosa situaci贸n que se vive a nivel nacional. Somos punteros y estamos en el r谩nking de todas las calamidades habidas y por haber. S贸lo nos queda el turismo estacional; de momento. La crisis la sufren los que vienen allende fronteras, del mismo territorio estatal o los residentes 'de toda la vida'. Y la cosa va a peor. Si uno se pasea por Palma no hay d铆a en que nos encontremos con alguna tienda que ha echado el cierre, -algunas de ellas centenarias-, con alguna familia que deambula desorientada haciendo rocambolescos c谩lculos sobre c贸mo llegar a fin de mes, con alg煤n amigo ojeroso que no sabe qu茅 hacer para salir adelante ya que no sabe catal谩n, o con alg煤n indigente tumbado en un banco.
La crisis ha sacudido sin piedad los cimientos en los que se sustentaban muchos de ellos, habiendo sido sobre todo el sector de la construcci贸n el m谩s castigado como ya se sabe, igual que un motor que hubiera dejado de funcionar repentinamente dejando en la cuneta al m谩s pintado. A todo ello, el cierre continuado de empresas ha hecho tambalearse de paso al sector servicios, el m谩s productivo, del que hasta ahora se derivaban la gran mayor铆a de trabajos en el archipi茅lago. Como paradoja a esto 煤ltimo la concejala de Urbanismo del Ayuntamiento de Palma, Yolanda Garv铆, afirm贸 recientemente que este a帽o ha crecido el n煤mero de expedientes de licencias de actividad tramitados por Cort en relaci贸n a la apertura de negocios en Palma. ¿Y d贸nde est谩n todos estos emprendedores? ¿En un comedor social?
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