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Juan David, el hincha que nunca cuelga los botines

Su pasión por el fútbol femenino no conoce fronteras ni distancias.

Miguel Cerdà / Desde las gradas del corazón, Juan David vive cada jornada como si estuviera en el Helmántico. Nacido en Salamanca pero con el alma repartida entre su tierra charra y la isla de Mallorca, no hay domingo que no vista los colores del CD Salamanca FF con orgullo. 

Aunque el mar le separa de su equipo, su aliento siempre llega como un pase filtrado en el minuto 90. Juan David no es un aficionado cualquiera: es de esos que celebran un gol como si lo hubiera marcado él, que sienten una derrota como una entrada dura en mitad de campo.

Allí donde su equipo juega, su corazón ya está en el once titular. Porque ser aficionado no es simplemente ocupar un asiento en la grada... es vibrar con cada jugada como si estuvieras en el césped.

"Como te dije una vez, te mereces una estatua", le gritó un compañero de gradas en el último partido. Y es cierto: hacen falta más aficionados como tú en la isla, con esa entrega absoluta y lealtad inquebrantable.

Gracias, Juan David. Por demostrar que la verdadera pasión no entiende de kilómetros ni de géneros. Por ser el hincha que todos los equipos sueñan tener. Por nunca, jamás, colgar los botines emocionales.

Crónica de esos aficionados que hacen grande el fútbol desde la sombra

En las gradas del mundo
Mientras el sol mallorquín acaricia los campos de fútbol femenino, a 900 km de Salamanca, un hombre grita con la voz rota: "¡Vamos niñas, que esta es nuestra!". Es Juan David, el hincha que convirtió la distancia en fuelle para su pasión. Nacido entre dehesas charras pero arraigado en la tierra de las ensaimadas, lleva el CD Salamanca FF tatuado en el alma.

La épica de lo invisible
No aparecerá en los periódicos nacionales, pero su historia vale más que muchos titulares:

Viaja cada año a Salamanca solo para ver un partido de su equipo.

En Mallorca, organiza peñas virtuales con otros migrantes futboleros.

Su casa es un museo improvisado: bufandas, programas de partido y fotos descoloridas de cuando el Helmántico aún rugía.

"Ser del Salamanca es como tener un segundo DNI", confiesa mientras muestra el tatuaje del escudo en su tobillo.

Fútbol femenino: amor sin banderas
Lo que empezó como apoyo a su tierra, se convirtió en devoción por el fútbol femenino:

"Ellas juegan con el corazón, no con la cartera", dice.

Sabe los nombres de todas las jugadoras y hasta de las suplentes.

Cuando el equipo pierde, él envía mensajes de apoyo al vestuario.

Un monumento humano
"Ojalá todos los equipos tuvieran un Juan David", comenta Neus, panadera en Palma y testigo de sus madrugadas para ver partidos por streaming. Mientras, él ríe: "Yo no soy nada... solo un tío al que le gusta sentir que pertenece a algo grande".

 

 

 

Miguel Cerdà

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