
En la Europa de la Edad Media, muchas celebraciones litúrgicas se acompañaban de representaciones y dramas de carácter didáctico y moral para hacerlas más comprensibles al pueblo, sobre todo durante los ciclos de Navidad y Pascua. Con el paso de los siglos, estas representaciones fueron evolucionando, hasta que la Iglesia dejó de considerarlas útiles y las prohibió de manera expresa. Pero algunas han llegado hasta nuestros días muy evolucionadas, como las representaciones de la Pasión y los Pastorets (pastorcillos).
El canto de la Sibila, del cual se conservan diferentes manuscritos del siglo X, se representó por toda la península hasta las prohibiciones surgidas del Concilio de Trento. Después, solamente ha pervivido en Mallorca y en Alguero, convirtiéndose en uno de los pocos ejemplos vivos de las expresiones folclórico religiosas de origen medieval. Hoy es uno de los rasgos más tradicionales de las celebraciones navideñas de nuestra isla.
«Hay una roca que se eleva por encima de la tierra. Sobre ella dicen los delfios que cantaba los oráculos en pie una mujer llamada Herófile y de sobrenombre Sibila. La anterior Sibila he descubierto que era tan antigua como la que más, la que los griegos dicen que es hija de Zeus y de Lamia, hija de Poseidón, y que fue la primera mujer que cantó oráculos y fue llamada Sibila por los libios».
El canto de la Sibila se interpreta la noche del 24 de diciembre en todas las iglesias de la isla de Mallorca, durante el oficio de maitines de la vigilia de Navidad. Lo entonan un muchacho o una muchacha, a quienes acompañan por lo menos dos acólitos (niños o niñas). Durante el canto van recorriendo la iglesia en procesión hasta llegar al coro: el cantante camina con una espada que mantiene erguida delante del rostro y los acólitos lo rodean llevando cirios encendidos. Al finalizar la procesión, el cantante traza una cruz en el aire con la espada. Las versiones del canto interpretadas en la isla se ejecutan a cappella, con un toque de órgano entre dos versículos, y no se apartan apenas de su origen gregoriano. La indumentaria del cantante suele comprender una túnica blanca o de color con bordados en el cuello y el dobladillo, así como una capa. Un tocado del mismo color que la túnica completa su atuendo. Todas las parroquias de Mallorca practican este rito, en el que participan conjuntamente todas las generaciones, adultas y jóvenes, para garantizar su transmisión a la posteridad, desempeñando las funciones de cantores u oficiantes, confeccionando los vestidos y realizando diversas tareas complementarias.
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