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SUSANA MERODIO: CRÓNICA DE UNA CREADORA INCANSABLE

CHARLAS CON LUCÍA SUSANA MERODIO
La artista que convierte vida en arte

Susana Merodio

Susana Merodio Illán

Es una mujer inquieta, curiosa, creativa y bastante sociable. Su naturaleza abierta la lleva a relacionarse con los demás, disfrutando de la interacción social. Como persona receptiva, se nutre de todo aquello que le aporta positividad. Es sumamente sensible a las injusticias y al sufrimiento ajeno, por lo que intenta aportar su granito de arena con actos altruistas, mostrando empatía hacia los más desfavorecidos. Amante de la naturaleza y de todos los seres vivos del planeta, considera que deben ser respetados y cuidados con auténtica devoción. Si algo la caracteriza, es su persistencia para alcanzar sus objetivos.

Vive feliz porque creció segura en un entorno familiar estable. Sus padres se conocieron a los 15 años y, a sus 86, siguen juntos, prodigando amor a sus dos hijos. Les inculcaron el respeto y les permitieron explorar, jugar y aprender normas adecuadas a su edad, afianzando así valores morales. Desde pequeña, le encantaba dibujar, escribir poesías, jugar con muñecas, montar coreografías de baile e ir al cine con las amigas del barrio, con quienes compartió la piscina municipal. Disfrutaba creando historias en torno a sus dibujos, convirtiendo imágenes estáticas en narrativas dinámicas.

También se apasionó por las coreografías; de hecho, trabajó como monitora de baile en varios gimnasios y practicó danza contemporánea hasta hace un par de años. Soñaba con viajar, conocer mundo, formar una familia y vivir cerca del mar. Tuvo la oportunidad de cumplir parte de ese sueño cuando trabajó como azafata de vuelo en diversas compañías aéreas: Hispania, Viva, Air Europa y Futura. Lo dejó todo al contraer matrimonio y decidir ser madre.

Susana Merodio

Recuerda haber sido una ávida lectora desde siempre. Como muchos, escribía poemas y pintaba relatos, influenciada por autores españoles, la neoyorquina Joyce Carol Oates —una figura clave en la literatura contemporánea— y los misterios de Agatha Christie. Siendo autodidacta, enfrentó innumerables retos, lo que la llevó a aprender por cuenta propia y superar muchos obstáculos.


¿Algún color favorito y por qué?

Como pintora, siento pasión por todos los colores en general, especialmente por los más vivos y vibrantes. Me encanta mezclarlos para crear nuevas tonalidades y experimentar en los lienzos; es como un juego de niños que me transporta a la infancia. Mi color favorito varía según mi estado de ánimo, la etapa de mi vida o incluso la estación del año. Últimamente me inclino por el rosa; quizá sea porque, con la edad, me he vuelto más compasiva. Este color se asocia con la ternura, el amor, el afecto y la compasión en psicología. Me gusta que la vida esté llena de luz y color.

¿Qué película repetirías?

La vida es bella, de Roberto Benigni. Me parece increíble cómo utiliza el humor para proteger a su hijo de los horrores nazis, haciéndole creer, en su inocencia, que todo es un juego. La creatividad que despliega para salvarlo nace del amor incondicional. Una película magnífica.

¿Hubo algún reto particular al escribir tu primer libro? ¿Cómo lo superaste?

La abejareina nació de la necesidad de crear una historia con toques de suspense e intriga, trazando un paralelismo subjetivo con la vida de las abejas en la colmena.

Para entender este subgénero, basta con analizar su contexto: un lenguaje sutil narrado desde la voz de la protagonista, quien creía que en su interior se escondía la verdad de su existencia, amenazada por las convenciones sociales. A esto se suma una estructura narrativa articulada en niveles autónomos.

El proceso de investigación avanzó junto con la novela, ya que surgían nuevas ideas que requerían indagación para integrarlas en la trama: un thriller psicológico con trasfondo de sexo, falsedad y frialdad emocional.

El mensaje central de La abejareina radica en la importancia de la estabilidad familiar durante la infancia y cómo su ausencia afecta el desarrollo del individuo. También aborda la necesidad de sanar heridas psicológicas derivadas de experiencias traumáticas, gestionar las emociones y evitar convertirse en personas estigmatizadas o enfermas.

Susana Merodio
Lucía Duque con Susana Merodio
"Creo que es necesario quererse, respetarse y aceptarse como uno es, ser constante tanto en los proyectos como en el crecimiento personal."

¿De las ciudades donde has vivido, cuál elegirías después de jubilarte?

Solo he vivido en Madrid y Palma, pero gracias a mi trabajo como azafata, pude residir temporalmente en muchas ciudades dentro y fuera de España. Me encanta viajar, explorar culturas, probar comidas nuevas y ampliar mi perspectiva visitando monumentos y museos.

Al jubilarme, mi pareja y yo hemos considerado mudarnos de Mallorca a León. Nos atrae su clima, belleza, gastronomía, gente y riqueza histórica y arquitectónica.

¿Algo más que quieras destacar?

Paralelamente a mi vida laboral, tengo muchos proyectos pendientes. He empezado a escribir un segundo libro, donde quiero enfatizar la importancia de no dejarse arrastrar por una sociedad obsesionada con el dinero, que olvida que los seres humanos somos más que un número.

Mi vida no ha sido lineal, así que tengo material de sobra para escribir: explorar etapas vividas, cambios, evolución, patrones de comportamiento y debilidades. Sería como mirarme en un espejo, viendo no solo el exterior, sino también el interior. Encontrar el equilibrio no siempre es fácil.

Además, planeo retomar la pintura, tomar clases y realizar otra exposición con una temática concreta, desarrollando nuevas técnicas para trabajar en formatos grandes.

¿Eres de los que leen hasta terminar un libro o dosificas?

Dosifico, sin duda. Rara vez leo un libro de un tirón. Prefiero saborear cada palabra y dejar algo para el día siguiente. Suelo leer antes de dormir; es una forma maravillosa de relajarme y cerrar el día.


Lucía S. Duque Ríos  
Dinamizadora y Gestora Cultural
 

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