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Algunas consecuencias psicol贸gicas del proceso de migraci贸n

Foto: Jar0d
Lidia Issaharoff

La emigraci贸n lleva consigo un proceso de cambio y, como tal, comporta p茅rdidas importantes para el ser humano, La persona deja a tras la familia de origen, amigos, la lengua materna, su estatus social, su grupo 茅tnico, con la consecuente repercusi贸n en su sentimiento de identidad y pertenencia. Esto lo lleva a la necesidad de elaborar un duelo. Se ponen en juego conflictos relacionados con su identidad nacional, grupal e individual que tiene que re-definir para poder reconstruir su propia realidad social. Cuanto mayor sea su equilibrio emocional tanto m谩s podr谩 adaptarse a los cambios que debe asumir en el pa铆s de acogida.

Por tanto el desarraigo que produce la emigraci贸n y la necesidad de enraizarse en el nuevo lugar constituyen un reto a la identidad. Esta identidad se va construyendo a lo largo de la historia del individuo desde su nacimiento. En un principio es la madre la que mediatiza entre el beb茅 y la cultura en la que est谩inmerso, proporcion谩ndole las vivencias que ir谩n construyendo y generando las ra铆ces que lo arraigan a su mundo.


El proceso de humanizaci贸n del beb茅 reci茅n nacido se da necesariamente dentro de una cultura, lentamente te establecen las conexiones 铆ntimas, muy profundas que crean un v铆nculo pr谩cticamente indisoluble con el sitio en que hemos nacido y crecido, con los ritmos, los colores, olores y melod铆as que nos acunaron y que conformaron una imagen de nuestro mundo y nuestra persona. Es lo que llamamos nuestra identidad formada por la mezcla de vivencias producidas, al principio, por el contacto con la madre o sustituto y compartida luego con nuestros con-nacionales. De modo que la maduraci贸n del sistema nervioso del beb茅 se realiza dentro de una cultura, la de la madre y la de la familia en la que ha nacido para luego ampliarse al entorno social del pa铆s en que vive. La cultura, entonces, se encarna, se incorpora mucho antes de que haya maduraci贸n neuronal, no se trata de un nivel intelectual tard铆amente adquirido, sino, por el contrario, adquirido tempranamente en un nivel pre-verbal, primitivo. Esto nos lleva a pensar que el emigrante y el nativo del sitio al que llega son diferentes en aspectos profundos y muy primitivos por lo que se pueden despertar en ambos vivencias contradictorias: inquietantes, extra帽as o temidas, o despertar inter茅s, curiosidad, apertura a un mundo nuevo, deseo de integraci贸n en el mejor de los casos.

El desarraigo y la exclusi贸n del grupo, tanto del grupo de pertenencia como del grupo nuevo encontrado son propios de la migraci贸n. La angustia que esto produce impone, a menudo, una adaptaci贸n forzada que desconoce los matices de la propia identidad construida en otra tierra y en otro tiempo, una renuncia a lo propio que muchas veces no llega a la conciencia. El empobrecimiento de lo propio se impone para mitigar el sentimiento de extranjero y no quedar exclu铆do del nuevo grupo social, mecanismo que suscita diversas actitudes, en general defensivas, que van desde la sumisi贸n hasta la prepotencia.

La migraci贸n descoloca, el fuerte revuelo del mundo interno que se produce provoca un desequilibrio ps铆quico que se combate como se puede. Lo conocido ha dejado de serlo, no hay continente dentro del que los emigrantes puedan agarrarse. Esta situaci贸n exige un trabajo ps铆quico de tal envergadura que algunos autores no dudaron en definirlo como un hecho traum谩tico, un momento cr铆tico que como todos los momentos cr铆ticos conlleva un potencial de cambio enriquecedor importante o, por el contrario, puede resultar tan insalubre para la persona que la depresi贸n, a veces camuflada, se propaga hasta las generaciones siguientes.

El sentimiento de extra帽eza o ajenidad que embarga al que llega depender谩 del lugar de acogida, de sus similitudes clim谩ticas, su fisonom铆a geogr谩fica y cultural m谩s cercanas o lejanas al lugar que se dej贸. Depender谩 tambi茅n de la situaci贸n econ贸mica del que migra, del momento de la vida en que lo hace, de su estabilidad ps铆quica pre-migratoria, de sus fantas铆as y espectativas previas a la migraci贸n y sobre todo del por qu茅 migra.

En ese sentido podemos aclarar que existen dos tipos de migraci贸n, la voluntaria y la forzosa. En la primera es la persona la que decide irse por presiones econ贸micas, intereses de estudio o simplemente la necesidad de conocer ( esto se da con frecuencia en los j贸venes ). El segundo tipo se da en los casos de exilio. La diferencia fundamental entre una y otra es que en la primera existe un proyecto de vida, una ilusi贸n cara al futuro con expectativas positivas. En el exilio el proyecto qued贸 atr谩s, perdido. Se trata de una elecci贸n por la supervivencia.

Esto nos lleva a pensar que la persona que migra realiza este movimiento en constante tensi贸n entre dos polos ambivalentes: por un lado la vivencia de p茅rdida y desamparo en su sitio de or铆gen y al mismo tiempo un tenaz anhelo de continuidad, de arraigo y seguridad en el mismo. Por otra parte la expectativa de satisfacci贸n en otro lugar, la esperanza de aire fresco en el nuevo horizonte y el temor de que esta nueva realidad vuelva a ser frustrante.

Elliot Jaques dice: “… tomar una decisi贸n siempre implica conflictos entre deseos, aspiraciones, expectativas, esperanzas, prejuicios, concientes algunos y otros inconscientes y siempre est谩 presente la incertidumbre”. No hay nada que garantice el 茅xito. Sin embargo la b煤squeda de 茅xito marca muchas veces la vida del que migra en un intento de justificar a trav茅s del mismo la decisi贸n que tom贸.

El proceso de separaci贸n, con la necesidad de elaborar el duelo en 茅l impl铆cito, comienza en el momento preciso en que surge la idea de migrar. Es un proceso dif铆cil que puede no terminar nunca. Porque la persona se separa de todo lo que constituye su identidad, su pa铆s, su familia, sus amigos, su casa, su idioma, sus pertenencias, su trabajo, su ubicaci贸n social. Hasta de su cielo que ya no volver谩 a ser el mismo porque las estrellas son otras… Es tan fuerte esta decisi贸n que puede que necesite toda la vida para procesarla, y como tal genera m煤ltiples sentimientos.

Entre otros:
Culpa: por abandonar el pa铆s y a sus pares, salvo en los casos en los que se va lo hace para cumplir un rol comunitario como, por ejemplo, enviar dinero a su pa铆s.

Rechazo: de su entorno porque el que se va rompe con la alianza fraterna al buscar un destino personal-individual, puede llegar a ser considerado un traidor.

Sentimiento de deuda: con el pa´s de origen donde naci贸, creci贸 y se educ贸; y donde obtuvo la fuerza para poder irse pero en cambio no ha agradecido lo que recibi贸, otra vez la culpa.

Y un sentimiento de esperanza m谩gica de que al migrar se aliviar谩 el peso de la vida anterior. Se migra por la ilusi贸n de tener una vida mejor y vivir el libertad. Esta ilusi贸n por mejorar puede ser negativa en el sentido de producir desesperanza si no se cumple.

Al llegar al nuevo lugar se produce un sentimiento de extra帽eza del mundo, de ajenidad y al mismo tiempo una necesidad imperiosa de conocer, ubicarse, resolver situaciones nimias de la vida cotidiana pero no por ello menos importantes. Se ha roto la red social que lo sosten铆a y a煤n no ha tejido otra. Como trasfondo se inicia un duelo que muchas veces quedar谩 oprimido por lo acuciante de la necesidad de adaptarse al medio.

La persona que migra debe desprenderse, despedirse de todo lo que hasta ese momento constitu铆a su mundo para poder disponer de esa energ铆a y colocarla en la nueva vida que desea comenzar.
Pero no siempre ese proceso se da de manera natural. En la despedida hay una dolorosa y sutil dial茅ctica entre retener y soltar la historia. Cuando este dolor es tan fuerte que no se puede tolerar, para cortar amarras se bloquea la memoria; es com煤n observar el olvido de nombres, calles, lugares. Tambi茅n se bloquean los sentimientos y la persona se refugia en una necesidad casi man铆aca de ubicarse.

Es importante para que este proceso se realice de manera satisfactoria tener en cuenta el estilo de relaci贸n afectiva que se ha tenido con las figuras parentales. Cuando una madre ha sido capaz de darle al ni帽o respuestas amorosas, cuidado continuo y apoyo, sumado a la funci贸n de un padre que alienta y estimula a descubrir la realida que lo rodea hacen que el ni帽o crezca confiado y pueda apelar, de adulto, a sus propios recursos para resolver las situaciones de duelo que conlleva el proceso de inmigraci贸n.

Transcribo lo que dice Le贸n Grinberg: “… si durante la primera infancia la madre ha funcionado como un `buen continente´, el individuo sentir谩 una mayor libertad interior para optar entre quedarse o emigrar (si se presentan las circunstancias que lo justifiquen); en cualquiera de los casos, su decisi贸n estar谩 garantizada por razones valederas y m谩s ajustadas a la realidad. En cambio si la madre ha fracasado en su funci贸n de reverie o continente, el sujeto podr谩 sentirse compelido a quedar `pegado` y sometido a su objeto materno o sustituto, o bien intentar谩 compulsiva y repetidamente irse de un pa铆s a otro, en una b煤squeda incesante y siempre insatisfecha de objetos maternos idealizados, que lo llevar谩n al fracaso, aunque pueda encubrirlos con mecanismos man铆acos”.
Es por esto que sostengo que los reci茅n llegados est谩n necesitados de afecto, de una sonrisa, una mirada interesada, una pregunta que les haga sentir que existen en la nueva tierra y les permita comenzar a tejer esa invisible red de sost茅n social.



Lidia Issaharoff
Psic贸loga

971 455483
659 882214

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2 Comentarios

  1. Excelente art铆culo.
    Seguro que muchos de nosotros nos sentimos identificados con alguna de estas sensaciones descritas.
    Saludos.

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  2. muchas gracias por articulos como este-
    nos ayudan mucho-
    cristina castelli
    28 de julio

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